lunes, 23 de julio de 2007

El pastelero de Madrigal

En el año 1578, Portugal estaba reinado por Don Sebastián (ver foto), sobrino de nuestro rey Felipe II y andaba el portugués enredado en la conquista de Marruecos.

Para ello, había enviado un poderoso ejercito que a principios de agosto de ese mismo año, había desembarcado en Tánger y se preparaba para
entrar en batalla contra el sultán de Marruecos, Abd el Malik que lo era, tras haber derrocado al ahora ex-sultán Muley Muhammad Al Mutawakil y aliado de los portugueses en su empeño de recuperar el sultanato perdido.

El 4 de agosto, empezaron las hostilidades, dándo lugar a la batalla de Alcazarquivir, que a la postre supuso una estrepitosa derrot
a para los intereses de Portugal.

Esta batalla, también conocida como "Batalla de los Tres Reyes", produjo la curiosa coincidencia de que los tres reyes contendientes, murieron en ella (de ahí el nombre), y dándose además la circunstancia de que el cuerpo del rey de Portugal nunca fue recuperado.

Este hecho, acrecentó la leyenda de que en realidad no había muerto, creándose a su alrededor el llamado mito del Sebastianismo, que apoyaba las profecias de un vividor y trovador de la época llamado Bandarra (de donde deriva el apodo para designar a los vagos y gandules), apareciendo muchos personajes que decían ser el mismísimo Don Sebastian.

Sin duda alguna, el mas famoso de todos ellos, inmortalizado en la obra de José
Zorrilla, "Traidor, Inconfeso y Martir" y la novela histórica de Manuel Fernández y González, "El cocinero de Su Majestad o El pastelero del Madrigal" que a finales del siglo XIX vendió la nada despreciable cifra de 200.000 ejemplares.

El protagonista de esta historia, respondía al nombre de Gabriel de Espinosa, que había nacido en Toledo y que vivía en aquel entonces en la villa que fuera cuna de Isabel la Católica, Madrigal de las Altas Torres (Ávila), donde ejercía el noble oficio de pastelero.

Casi nada se conoce de su vida, pero la leyenda afirma que era hijo de Juan Manuel de Portugal y de una de sus doncellas de nombre Juana de Espinosa, lo que le convertía en hermanastro de Don Sebastián.


Hasta aquí la leyenda, sin embargo, los hechos que están documentados, nos cuentan que Gabriel de Espinosa llega a Madrigal de las Altas Torres en el año 1594, acompañado de su mujer, Isabel Cid y de su única hija, Clara, para ejercer el oficio de pastelero de carnes y empanadas.

Poseía un digno porte, montaba con destreza a caballo y para mayor sorpresa de sus vecinos hablaba varios idiomas y al menos francés y
alemán con notable perfección y era además pelirrojo.

También en Madrigal, vivía Fray Miguel de los Santos, portugues deportado por apoyar a Antonio I, prior de Crato en su fallido intento de ser rey frente a los intereses de Felipe II y que había sido confesor de Don Sebastián.

Parece ser que Gabriel de Espinosa se parecía enormemente a Don Sebastián, algo que unido a su refinamiento y buenas maneras, convenció al fraile para urdir un plan mediante el que se reconocería al pastelero como Don Sebastián, lo que le llevaría inexorablemente a ocupar el trono de Portugal.


Por si esto fuera poco, la hija natural de Don Juan de Austria y Doña Ana de Mendoza, nacida en 1568, Doña María Ana de Austria, apareció en escena, ya que estando recluida en el Convento de las Agustinas de Madrigal, reconoció en el pastelero a su primo Don Sebastián.

Y poniendo la guinda a todo el pastel, el fraile, empezó a tener visiones y apariciones donde veía los destinos de Gabril y Maria Ana unidos para siempre.

Ambos pretendientes se conocieron y se prometieron en matrimonio pidiendo incluso dispensa Papal para contraer el mismo, ya que no debemos olvidar que ella era monja, a la vez que ciertos nobles portu
gueses empezaron a visitar y a reconocer al pastelero como al reaparecido Don Sebastián.

Tres meses después de la llegada del pastelero a Madrigal, ya era rey de Portugal y prometido de la sobrina del rey de España. Es entonces cuando Gabriel parte hacia Valladolid para realizar la venta de unas joyas que Doña Ana María le había entregado a tal fin. Al hacer obstentación de las joyas, el alcalde del crimen de la Chancillería vallisoletana, siendo su sopresa mayúscula cuando en el registro, le encuentran unas cartas en las que es tratado como "Majestad" y otras en las que la sobrina de Felipe II escribe a su prometido.

El alcalde, de nombre Rodrigo de Santillán, pone el asunto directamente en conocimiento de la Corona.

Felipe II ordena a Rodrigo dirigirse a Madrigal, donde manda encerrar en sus aposentos a Doña María Ana y detener a Fray Miguel y a Gabriel, que son de inmediato acusados de suplantación de la personalidad del rey.

El proceso fue dirigido desde su Corte personalmente por Felipe II, quien no dudo en ordenar tortura para obtener confesión del fraile y de Gabriel, que al final, acusados del delito de lesa majestad, son condenados a morir en la horca el 1 de agosto de 1595.

Su muerte acrecentó la leyenda, ya que Gabriel permaneció en todo momento tranquilo, altivo y orgulloso en su mirada. El mismo se ajusto la soga al cuello y dirigiendose a su captor le recordó que él se sometería al Tribunal de Dios. Por último afirmo ser Don Sebastián y que había ejercido como pastelero y con el nombre de Gabriel de Espinosa, por ser éste el que había utilizado para obtener su título de pastelero.

Del mismo modo, Fray Miguel, fue ahorcado en la Plaza Mayor de Madrid y en ningún momento reconoció que el pastelero fuera un impostor. Es más, murió reconociendo a Gabriel como el legítimo rey de Portugal, Don Sebastián, dato éste que no convendría olvidar al haber sido Fray Miguel su confesor.

A su muerte, Gabriel fue decapitado y descuartizado, exponiendose su cabeza en el Ayuntamiento de Madrigal y sus restos en las cuatro puertas de sus murallas.

Fray Miguel fue también decapitado y su cabeza enviada a Madrigal, dónde fue expuesta en el mismo Ayuntamiento de la villa.

Respecto a Doña Maria Ana de Austria, su tío, el rey Felipe II, la recluyó en estricta clausura en el Convento de Nuestra Señora de Gracia en Ávila. Sin embargó, tras morir el rey en 1598, su primo, el nuevo rey Felipe III, la perdonó y accedió a su retorno al Convento de Madrigal, donde alcanzó el grado de priora. En 1611 fue nombrada Abadesa Perpetua de Las Huelgas Reales de Burgos, la mayor dignidad que una religiosa podía obtener en su época.

Nunca sabremos si el Pastelero de Madrigal fue en realidad el rey Don Sebastián. Muchas razones tenía Felipe II, que era el rey de Portugal en ese momento, para quitarse de enmedio este nuevo problema que de ser cierto habría devuelto de nuevo la independencia al pais vecino. El que el pastelero y el confesor del rey mantuvieran su autenticidad incluso en el momento mismo de su muerte, ha producido muchas reflexiones y no pocos quebraderos de cabeza a los contados historiadores que han estudiado esta historia.

Quizás todo fue un ardid, un frustrado complot de tres personajes a los que la casualidad y la causalidad unió en un mismo destino, pero siempre nos quedará la pregunta ¿y si de verdad hubiera sido el rey?



4 comentarios:

Pere dijo...

Holaaaa esto si que es un baño de ecultura!!

Anónimo dijo...

Estupendo artículo pero te falta citar la fuente y la web de donde lo has calcado.
www.madrigal-aatt.net

El Asomado dijo...

Te envio un correo electrónico, Paco, a la web de esa página. Espero sepas rectificar y no acuses de plagio a quien nada ha plagiado.

Anónimo dijo...

Además de por email, te pido disculpas públicamente por mi precipitación a la hora de judgar tu post.